LOS PANTANOS DE VITORIA
Un punto de visita casi obligado de Vitoria son sus pantanos, siempre que el tiempo acompañe, claro. Para relajarse y olvidarse del mundanal ruido no hay nada más desestresante que elegir un buen sitio debajo de la sombra del roble del bar-restaurante Urbazter y apagar la sed con una cañita fresca.
Si se llega con hambre se puede comer en el jardín un menú o en plan picoteo. Las croquetas merecen un bocado o dos, según el apetito de cada cual.
A unos metros de distancia de este bar-restaurante, hay otra opción muy interesante para seguir disfrutando de las vistas: el Asador Erpidea. La pared acristalada del restaurante te llama a entrar y a sentarte a una de sus mesas. La carta es aún más magnética pero también más cara.
Se puede tomar un café y un postre de la carta en la terraza del exterior, a pocos metros de la orilla del pantano y ver a lo lejos la isla de Zuaza.
Cerca del Erpidea está el club náutico. Las velas de sus barcos te harán creer que estás frente al mar.
Si el sol calienta y te gusta nadar, desde este mismo punto puedes bajar a la orilla y disfrutar del agua. No suele haber muchos bañistas en esta zona, así que estarás más a tus anchas.
Este es el camino hasta los pantanos:
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De todas formas, puedes subirte al coche y recorrer unos pocos kilómetros para conocer las playas de Garaio, más turísticas, donde hay duchas, socorristas y casi casi arena y hasta olas. Es lo más parecido a la playa donde no hay playa.
En esta zona verás muchas familias que se pasan el día entero debajo de la sombrilla y acomodados en sus sillas de playa.
Los perros están admitidos siempre que vayan atados y aunque en Garaio no hay bares, no faltan los tradicionales puestos de los helados, tan solicitados en los días de calor.
Y si te decides a pasear por alguno de las numerosas sendas que serpentean los pantanos, lejos de las zonas de baño, con un poco de suerte, podrás disfrutar de escenas como esta.